Después de más de mil sesiones familiares, podemos decir que tenemos una maestría en paciencia, un doctorado en hacer reír a los niños, y una habilidad especial para detectar cuándo un papá no sabe qué hacer con las manos.
Hemos fotografiado familias en parques, en casa, en el estudio, bajo el sol, bajo la lluvia, con bebés adormilados, niños que se mueven a la velocidad de la luz, y mamás que entran diciendo: “Salgo fatal en las fotos.” Y con cada sesión, aprendimos algo nuevo… o al menos, nos fuimos con una gran historia.
1. No existe la familia perfecta… pero los abrazos lo arreglan todo. Spoiler: ninguna sesión es como esas que ves en Pinterest. Hay mocos, risitas, pelos al viento, miradas perdidas, y muchos “¡mírame, cariño, mírame! Pero también hay abrazos, miradas que derriten, y momentos tan reales que no necesitan retoques. La perfección está sobrevalorada. Lo real es lo que derrite corazones.
2. Los niños no posan. Corren, saltan y nos ignoran con estilo. Y nos encanta eso. No les importa la cámara, ni nuestras ideas, ni la palabra “quieto”. Pero cuando los dejamos ser ellos mismos, hacen magia. Saltan, se ríen, dan abrazos sorpresa… y ¡clic! Ahí está la foto que cuenta toda la historia.
3. Las mamás siempre se preocupan por todos… menos por salir en las fotos. “Él necesita que lo arreglen, ella necesita peinarse, mi cabello está horrible…” Querida mamá: tú eres el corazón de esta historia, y absolutamente mereces estar en el encuadre (y con buena luz). Porque un día, tus hijos buscarán estas fotos… y queremos que estés en todas.
4. Cada familia tiene su propio ritmo… y su nivel de caos. Algunas llegan tranquilas, otras como si vinieran directo de una fiesta infantil. Algunas combinan la ropa… otras llegan con calcetines diferentes. Todo funciona. Porque cada sesión trae algo irrepetible, y nuestro trabajo es capturarlo en una foto. Los momentos no planeados son los que más nos tocan después.
5. Las fotos favoritas… casi nunca son las planeadas. Las que terminan en la pared o como fondo de pantalla, casi nunca son las posadas. Son los momentos espontáneos. Esa risa que se escapó. Ese beso inesperado. Ese niño que salió corriendo y hizo reír a todos. Esas son las fotos que cuentan tu historia. En resumen: es un caos, es un lío, es hermoso… y vale cada clic
Después de más de 1,000 sesiones, podemos decir con seguridad:
Las fotos familiares son un regalo para hoy, pero aún más para el futuro. No tienen que ser perfectas. Solo tienen que ser tuyas. Así que si estás esperando el “momento ideal”… No lo hagas. El momento perfecto es ahora —aunque alguien tenga la camiseta manchada de jugo.