A todos nos ha pasado. Abres Instagram y—¡pum!—aparece esa familia de revista. Todos vestidos en tonos tierra, el vestido de mamá volando con el viento, los niños abrazándose como si jamás se hubieran peleado… Y vos ahí, mirando la pantalla y pensando: “¿¡Cómo hacen!? ¡A duras penas logré que uno de los míos se pusiera los zapatos del mismo par!” Respira profundo. Estamos acá para contarte la verdad sin filtros, sin presets y sin polvo de hadas digital.
1. Esa sonrisa mágica tardó 87 intentos… y una galletita de soborno. Sí, la foto final se ve soñada, pero lo que no viste fue esto: “¡Sonríe o te quedas sin pantalla por una semana!” “¡Deja de lamer a tu hermano!” Y mamá susurrando: por favor, solo una linda foto y después vamos a McDonald’s… Spoiler: sí, la foto mágica pasó. Pero vino con sudor, risitas y soborno de por medio.
2. ¿Ropa combinada? Apenas llegaron sin manchas de jugo. Claro, se ven fabulosos con lino blanco y coronitas de flores… pero eso duró 3 minutos. Después: tierra, moños torcidos y mínimo un niño descalzo corriendo por ahí. ¿Y sabes qué? Ahí empieza la verdadera magia. No necesitas ropa perfecta. Solo necesitas aparecer. Juntos, con jugo y todo.
3. Todas las familias traen su cuota de caos (sí, incluso las “perfectas”). La línea entre una sesión fotográfica y un colapso total es muuuy fina. Y está bien. El caos es parte del encanto. Porque cuando todo se descontrola, llegan los abrazos espontáneos, las carcajadas genuinas, y esos momentos que gritan: “así somos nosotros.”
4. Instagram muestra el encuadre… no lo que pasó detrás. Esa familia que parece de portada probablemente tuvo tanto caos como la tuya… solo que con mejor luz. Lo que no viste: el nene boca abajo en el pasto o el papá preguntando “¿ya terminamos?” por tercera vez. Créenos, estamos del otro lado de la cámara, lo vemos todo, y lo amamos.
5. Tus fotos quizás no se vean como las de Instagram… pero van a valer oro. Porque van a estar llenas de ti. De sonrisas reales, gestos únicos, caras graciosas, abrazos fuertes y ojos que dicen “esta es mi gente”. Dentro de unos años no vas a pensar en los likes. Vas a pensar en cómo te hacían sentir esas fotos.
Así que si nadie se queda quieto durante tu sesión… ¡felicidades! Lo estás haciendo perfecto. No buscamos perfección. Buscamos conexión. El amor, el caos, la verdad. Sin filtros. Solo aparece. Nosotros nos encargamos del resto.